Ya en 1973 se alertaba sobre los bodrios arquitectónicos en Málaga, al menos lo hacía el Sr. José Seguí Pérez, quien en el número 1 de la Revista Jábega, escribía reflexiones tan interesantes como la que transcribo a continuación (más abajo dejo el link al artículo completo):
Sería curioso estudiar en el proceso del desarrollo de Málaga en los últimos quince años [1958-1973], años del gran boom turístico, el nacimiento de un bodrio cargado de absurdos arquitectónicos y más grave aún, urbanísticos. Se han transplantado sin más soluciones arquitectónicas de otras ciudades y naciones, se han utilizado estilos y modalidades copiados de otros lugares, en pocas palabras, se ha destruido el paisaje y olvidado totalmente un previo estudio antropológico y un análisis de las necesidades planteadas (...) Al fin y al cabo, nuestras ciudades y calles son una exposición permanente por donde paseamos diariamente, con la desgraciada dificultad de que en esta exposición no podemos descolgar una obra si no nos gusta: la tendremos que aguantar, como mínimo, varias generaciones. He aquí el verdadero problema: un fallo en esta materia supone una existencia de la obra con un mínimo de duración de 50 ó 100 años de vivir las consecuencias de un mal estudio."