Para conocer las múltiples causas del proceso sistemático de destrucción del patrimonio histórico del Centro de Málaga resulta muy reveladora -e insultante para los ciudadanos- una conversación entre dos arquitectos malagueños, que reproduzco a continuación:
- Antonio García Garrido: “De todas formas Málaga ha actuado siempre sin radicalidad, por ejemplo, en el centro histórico, en vez de tirar una zona entera de golpe ha ido haciendo una casa allí, otra allá. El miedo a no demoler la cochambre es el miedo político de siempre al escándalo, a la opinión pública.”
- Juan Gavilanes: “Sí, y apelando casi siempre a la conservación de aspectos de la Historia que muchas veces no tienen mayor interés.”
Así pues, de estos puntos de vista tan claramente expresados, se podría deducir en primer lugar que, si no fuera por la existencia del PEPRI (gracias a políticos, arquitectos, urbanistas, geógrafos e historiadores del arte que sí comprenden la importancia de la conservación del patrimonio histórico), el Centro Histórico de Málaga hace ya décadas que habría dejado de ser eso: HISTÓRICO. ¡Qué Atila ni que leches!, donde pueda pasar un arquitecto de esta calaña, que tiemble el mundo.
En segundo lugar, se podría deducir que al Sr. García Garrido le importa un bledo la opinión pública, ya que él, como arquitecto semidios que parece aparentar ser en esta conversación, no tiene porqué tener miedo de lo que la mayoría de ciudadanos opinen.
En tercer lugar -no hace falta ser muy espabilado para comprenderlo-, se podría entender que al Sr. García Garrido, el patrimonio histórico degradado le parece una "cosa sucia y puerca" (definición de cochambre según la RAE), porque, claro está, no importa que ese patrimonio se encuentre en estado ruinoso por culpa de unas negligentes políticas, municipales y autonómicas, de protección, contrarias a la la legislación vigente, que obliga a su salvaguarda.
En cuarto y último lugar, se podría deducir que el Sr. Juan Gavilanes, también desde esa posición de prepotencia de ciertos arquitectos que se observa en la referida conversación, parece creerse en el derecho ser juez único de lo que tiene valor patrimonial histórico en una ciudad en la que residen por derecho más de medio millón de personas y en la que están vigentes una normas, aprobadas por consenso democrático, que son las que determinan qué zonas del territorio y qué inmuebles son los que poseen valor patrimonial histórico. En este punto cabe apuntar la desagradable sorpresa que representa leer este comentario vertido por el Sr. Gavilanes, pues a través de las lecturas de diversas intervenciones suyas en foros de arquitectura, así como por el tipo de actuaciones de rehabilitación y restauración que ha llevado a cabo en diversas calles del Centro Histórico de Málaga, demuestra ser una persona cabal, inteligente y respetuosa de los valores patrimoniales históricos... salvo, claro está, en esta lamentable ocasión.
Este personaje tan bien auto-retratado (nos referimos especialmente al Sr. Antonio García Garrido) es un ejemplo más de la troupe malaguita de destructores -consciente o inconscientemente- del patrimonio histórico y del paisaje urbano, que nada tiene pues, a la vista de las consecuencias de sus actos, que envidiar a un colectivo tan típicamente malagueño y tradicionalmente tan denostado como es el de los merdellones.
Por supuesto, no se trata de pensar que nadie actúa con un ánimo malvado, con el objetivo de perjudicar a los ciudadanos a través de la destrucción del patrimonio; las personas, simplemente, a veces no somos conscientes de las repercusiones de nuestros actos, cometemos errores y eso es una realidad incuestionable; pero el problema se agrava cuando esos errores, irreflexivos posiblemente pero no sin cierta dosis de irresponsabilidad, se repiten con tanta frecuencia en esta ciudad y, con unas consecuencias que, si no son irreparables, sí que afectaran a la calidad y al valor del Patrimonio de todos los ciudadanos durante décadas.
Por último, sin la menor duda, hay que hacer mención al lugar de máximo honor en el "altar" de los destructores del patrimonio y el paisaje urbano histórico de Málaga, que en los últimos tiempos lo ocupan los Srs. D. Francisco de la Torre, Alcalde, D. Manuel Díaz Guirado, Concejal Delegado de [bodrio]Urbanismo, y D. Javier Gutiérrez Sordo, Gerente de [bodrio]Urbanismo. En su descargo puede decirse que, lo más probable, es que ni siquiera son conscientes de que sus acciones políticas y ejecutivas están provocando un daño tan significativo al patrimonio de los ciudadanos, tanto los actuales como los de las generaciones futuras, que solo podrán conocer parte de ese patrimonio desaparecido a través de imágenes y recuerdos contados, pues ese patrimonio histórico demolido o degradado, muy difícilmente podrá restituirse nunca.
La Constitución Española de 1978, en su artículo 46 establece que “los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran”, y el Estatuto de Andalucía de 1981 (reformado en 2007), en su artículo 36, determina el deber de todos los ciudadanos de “cuidar y proteger el patrimonio público, especialmente el de carácter histórico-artístico y natural”.
Por supuesto, no se trata de pensar que nadie actúa con un ánimo malvado, con el objetivo de perjudicar a los ciudadanos a través de la destrucción del patrimonio; las personas, simplemente, a veces no somos conscientes de las repercusiones de nuestros actos, cometemos errores y eso es una realidad incuestionable; pero el problema se agrava cuando esos errores, irreflexivos posiblemente pero no sin cierta dosis de irresponsabilidad, se repiten con tanta frecuencia en esta ciudad y, con unas consecuencias que, si no son irreparables, sí que afectaran a la calidad y al valor del Patrimonio de todos los ciudadanos durante décadas.
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Por último, sin la menor duda, hay que hacer mención al lugar de máximo honor en el "altar" de los destructores del patrimonio y el paisaje urbano histórico de Málaga, que en los últimos tiempos lo ocupan los Srs. D. Francisco de la Torre, Alcalde, D. Manuel Díaz Guirado, Concejal Delegado de [bodrio]Urbanismo, y D. Javier Gutiérrez Sordo, Gerente de [bodrio]Urbanismo. En su descargo puede decirse que, lo más probable, es que ni siquiera son conscientes de que sus acciones políticas y ejecutivas están provocando un daño tan significativo al patrimonio de los ciudadanos, tanto los actuales como los de las generaciones futuras, que solo podrán conocer parte de ese patrimonio desaparecido a través de imágenes y recuerdos contados, pues ese patrimonio histórico demolido o degradado, muy difícilmente podrá restituirse nunca.
Alcalde de Málaga D. Francisco de la Torre Prados |
Parece ser pues que estos supuestos representantes de la ciudadanía desconocen su DEBER de defensa del patrimonio histórico.