El corazón en la crisálida
La paradoja definitiva se asienta en la terraza del Hotel Málaga Palacio. Sólo desde aquí puede contemplarse una imagen fidedigna del centro histórico como tal: un amasijo de tejados que regalan al cielo un rojo hecho de trazos vivos y erosión perpetua, que sólo disfrutan los pájaros. Debajo de este parapeto, el escenario es cambiante, o tal vez no. Lo más triste de todo es admitir que la reforma culminará algún día y los ojos de quien escribe no reconocerán ya la calle Beatas, ni Tomás de Cózar, ni Comedias, donde una vez hubo un teatro. Todo será un centro moderno, hecho de viviendas modernas y de calles modernas, donde más de uno asegure que Málaga no tiene más de un siglo. Habrá que seguir subiendo para ver. Ver y recordar.
Éste es el último párrafo de un interesante artículo que el periodista Pablo Bujalance escribe en el diario Málaga Hoy. De lectura muy recomendable para los amantes del corazón de la ciudad que estamos dejando escapar y que ya nunca volverá a ser.