Hoy he recibido en mi correo electrónico, de parte de un atento lector de este blog, un nuevo comentario sobre la cuestión de la arquitectura moderna en los centros históricos, otra vez haciendo hincapié en la idea de que en el siglo XXI no se puede construir con criterios estéticos del siglo XVIII o XIX, que esa era una premisa válida desde la Carta de Atenas (1931) pero que se debe superar definitivamente, pues es un planteamiento totalmente desafasado, anacrónico.
Apoya su argumento con el ejemplo de la pintura y la arquitectura modernista y el agrio debate y las severas críticas que recibió a finales del siglo XIX y principios del XX, por ser un estilo "repulsivo" para los gustos "asentados" en la época.
En suma, el mismo argumento de siempre: que gracias a que se destruyeron algunos edificios que, si bien no deja de ser cierto que eran históricos, tampoco tenían tanto valor artístico (¡ay, ay! señor García Garrido), hoy podemos deleitarnos con la Casa Batlló, por solo citar un ejemplo.
Como respuesta a este cansino argumento, y para no volver a repetir lo que el consenso (mayoritario, no absoluto) internacional desde hace décadas y aún ayer mismo, establece y determina, se me ha ocurrido ilustrar un ejemplo -también recurrente- para rebatir la referida postura.
Es de sobra conocido que el cuadro "Las Meninas" de Velázquez, pintado en el año 1656, es uno de las obras maestras del arte de todos los tiempos, y gracias a que muchas personas se empeñaron durante siglos en la labor de protegerlo y conservarlo adecuadamente, hoy en día podemos disfrutarlo plenamente.
Ahora bien, ¿no sería una pérdida irreparable, triste y vergonzosa, que, por ejemplo, las autoridades de la dictadura franquista, al amparo de las ideas, gustos y tendencias de los nuevos tiempos hubieran invitado al también afamadísimo pintor Pablo Ruiz Picasso, para que pintara una nueva versión de "Las Meninas", pero no sobre un lienzo en blanco, sino sobre el mismísimo original de Velázquez? ¿Se habría prestado Picasso a esta labor? Es más que razonable intuir que no, que no lo hubiera hecho, pues aunque le pareciese que el modo de pintar en el siglo XVII era un anacronismo a mediados del siglo XX, jamás se hubiera atrevido a destrozar el cuadro original, pues el patrimonio artístico e histórico no puede ser disfrutado si se destruye.
Por suerte para todos Picasso pintó su particular y contemporánea interpretación de "Las Meninas" sobre un nuevo lienzo y, gracias a ello, hoy en día, más de seis décadas después, los ciudadanos del mundo pueden disfrutar de la contemplación de ambas obras de arte magistrales.
Pocas personas, aunque algunas habrá, estarán en contra de esta idea de que lo nuevo nunca debe hacer desaparecer lo anterior, sino que, respetando lo preexistente, debe incorporarse al patrimonio cultural logrando así un todo más enriquecedor.
Sin embargo y por desgracia, en urbanismo y arquitectura, no impera este razonable criterio, pues existe un intenso debate con posturas encontradas, contradictorias, ambas con elevados porcentajes de representación que hacen muy difícil lograr un consenso.
Es por ello que no resulta extraño que, no ya en los años del "desarrollismo", cuando la más rancia clase política que tiranizaba a la ciudadanía permitió que en el centro histórico de Málaga se sustituyera un centenar de edificios históricos por otro tanto de bodrios arquitectónicos, sino que hoy en día incluso, se sigan derribando edificios más que centenarios para construir sobre estos "solares del paraíso" (guiño a ADEPAMA) pálidos cubos de hormigón y acero, de una estética minimalista (¿producto de unas mentes vagas incapaces de crear cosas complejas? o tal vez ¿amantes de las relecturas de acertada neutralidad contrastante?) como los que han degradado profunda y recientemente el paisaje urbano histórico del entorno de la calle Compañía en Málaga.
¿Es que acaso estos ejemplos de arquitectura postmoderna no pueden ensayarse en otros lugares que no sean dentro del Centro Histórico de Málaga, incluso si vienen a sustituir edificios que si bien no eran obras culminantes del arte universal es innegable su valor patrimonial histórico?
Parece ser que, según el máximo responsable a la hora de autorizar estas construcciones (léase: Sr. D. Francisco de la Torre Prados), NO, y a la vista están los 25 EDIFEICIOS que durante sus 10 años de mandato se han construido en el interior de la zona delimitada por el PEPRI-Centro.
Sin embargo, por fortuna, aún hay voces críticas que claman contra lo que consideran un muy grave atentado contra el patrimonio histórico.y, aunque seamos una minoría y nuestras opiniones ni se respetan ni se tienen en cuenta (al igual que la Legislación vigente, que "si no gusta, pues se cambia"), no vamos a quedarnos ni callados ni quietecitos y vamos a seguir diciendo bien alto y claro:
¡STOP A LA DESTRUCCIÓN DEL PATRIMONIO HISTÓRICO DE MÁLAGA!